miércoles, 6 de mayo de 2009

¡Una vez más lo divino se une con lo humano y qué hermoso es!

Hna. Katty Huanuco, CCVI.

Nuestra casa en Huancané – Puno (Perú)Como todos los años celebramos, el don de la Vida y la predilección de Dios por la persona humana, en comunidad y con toda la comunidad por el Día de la Encarnación.
Sin embargo, me atrevo a decir que este año fue muy especial y con un toque penetrado por un no sé qué.

Desde las vísperas ya nos preparábamos para el gran acontecimiento. Realizamos una oración comunitaria y con profunda gratitud recordamos a nuestros seres queridos, quienes nos acogieron y vieron nacer, nuestros padres.
Así iniciábamos nuestra fiesta, con inmensa gratitud, por nuestra vida y por su Presencia en medio de todo nuestro alrededor desde siempre.

Por la mañana, nuestro laúdes fue invadido del silencio agradecido de cada una de nosotras -Hirayda, Teresa y Yo. Y luego de nuestra contemplación, dirigida por Teresa, disfrutamos un delicioso desayuno; en esos precisos instantes tocaron a nuestra puerta, Teresa fue a atender y regresó diciéndonos que era un hombre joven, pedía oración por su hijo recién nacido y que acababa de fallecer.
Nos miramos y otro silencio se apoderó de nosotras… siento que mi silencio estaba colmado de voces ante tal misterio, la muerte.
Teresita decidió ir con él a su casa, mientras que Hirayda fue a su trabajo (enseña en un colegio) y yo terminaba de preparar todos los detalles para la tarde de celebración.
Así pues, se sellaba el momento de la mañana… el misterio de la vida frente a la muerte.

Ya en la tarde, fueron llegando cada uno/a de nuestros/as invitados/as a nuestra casita y en espíritu fraterno nos acogimos con ánimo y alegría.
En esta misma sintonía, Teresita y yo iniciábamos algunas dinámicas de integración y de trabajo en equipos mientras que Hirayda terminaba de preparar un sencillo pero delicioso aperitivo para compartir.

Nuestros/as invitados/as estuvieron muy contentos/as y animosos/as para continuar con esta celebración y eso nos llevo a escuchar, contemplar y reflexionar acerca de nuestra espiritualidad CCVI además de traer a la memoria a nuestras primeras hermanas que estuvieron aquí en Huancané. Fue lindo compartir porque no sólo recordamos que el próximo año celebraremos 25 años de Presencia Misionera ahí, sino que nos nutrieron con una historia que sólo ellos y ellas pueden trasmitir.

Para finalizar este día, el Padre Pedro – párroco de la parroquia- y toda la comunidad ahí reunida celebramos la Eucaristía. Ésta fue tan sencilla y cercana que me recordó e imagine que algo así sucedió en las primeras comunidades cristianas. Todas/os participando con cantos, ofreciendo sus gozos, tristezas y esperanzas además de acercarse a comulgar con profunda fe en el Señor de la Vida.

Siento que cada acontecimiento trazó los espacios sagrados que el Verbo Encarnado quiso regalarnos en esta fiesta.

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